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Literatura

 

 

DEFINICIONES POLISIMBÓLICAS EN TORNO AL CERRO PLATEADO

 

A través de generaciones, los habitantes de Frontino han mantenido por tradición y en dinámica siempre viva; muchos imaginarios con respecto al Cerro Plateado: Símbolo Dominante en la conciencia soñadora de la ciudadanía y que comunica el “Sacramento” de esta tierra; su actividad polisimbólica sustenta la idea de una unidad colectiva, actúa como referente estructural de fundación social y de la propia identidad.

El está localizado en el municipio de Frontino, tiene una altura de 3.080 m.s.n.m. y hace parte de la frontera de la reserva natural denominada “Parque Nacional de las Orquídeas”. Al pie del Gran Cerro, en el Valle de Nore (hoy de Manguruma), se encuentra la ciudad con 8200 habitantes, con dos centros de expansión urbana en crecimiento acelerado y una historia de mas de 400 años: En la época Prehispánica, el Valle de Nore fue Estado Cacical, centro poblacional y paso obligado hacia el Golfo de Urabá; hasta cunado los Españoles trasladaron a este mismo lugar la Ciudad de Antioquia, la cual fue nuevamente trasladada a su sitio actual. De aquí sigue una historia casi olvidada de 200 años hasta cuando se mencionan los primeros colonos y con ellos la “Refundación” de la ciudad actual de Frontino a principios del siglo XIX.

El mismo modo de ser Cerro, con sus fundamentos Sagrados presentes en la Religiosidad de los Frontineños; desde hace tanta historia, sin duda explica en parte el origen de este ciudadano y su ciudad, “La montaña ha sido desde siempre Símbolo Universal”. (Marcea Elide)

El Cerro Plateado no es para el ciudadano, un simple cerro con una piedra que en ocasiones brilla “como un faro” en su altura; ofrece además una amplia gama de imágenes en comunicación permanente, colectiva y afectiva, expresada en tradición oral y en un lenguaje de símbolos diversos.

Todo comenzó cuando el Cerro, su “lucero en la frente” y su imagen en altura, rompió con la homogeneidad del Valle; “desde entonces” es el referente mas antiguo y el mas importante de todos los que conforman actualmente la vida y obra de la Ciudadanía; demarcó el lugar exacto donde la ciudad habría de ser fundada y dio por nombre “Frontino” a la comarca.

La tradición mas antigua y mas genuina quizá, es la “Cultura Catia”, habitante del Valle desde siempre, hasta que sucedió el contacto Europeo. Los Prehispánicos, como cualquier cultura primitiva, fundaron su ciudad por inspiración divina y según el modelo de los dioses; un Acto Sagrado debió señalar el lugar y el momento. En la tradición oral, recopilada por Luis Fernando Veléz Veléz, se observa la instalación del Mito de la siguiente manera: “Las lagrimas condensadas de un niño en sacrificio formo la piedra y el fuego de un Antomia (semidios) resucitado hizo que brillara”. El espacio quedo así Sacramentado y la Cultura Catia se posesionó allí. Esto fue en los tiempos de los “Nore” pero esta cultura desapareció.

Siglos después reaparece una nueva fundación en la forma de la “Neocolonización Antioqueña” y en ella se observa como el mito se mantiene y se confirma en la tradición oral, recopilada por el suscrito. Esta vez el Acto sagrado en la “refundación”, toma forma de Armadillo enviado del cielo, que con su sacrificio “mostro, al cazador, el anhelado filón de oro que poseía el Cerro”; desde entonces muchos mineros vinieron y con ellos la fundación de la actual ciudad. No se sabe cuando desaparece el vocablo “Nore” como denominación del lugar y aparece el vocablo “Frontino”... “Porque la Piedra del Cerro es como el lucero que llevan en la frente los caballos que en Europa llaman “Frontinos””.

Dos mitologías (o una) en torno al Cerro: Niño y Armadillo. En Ambas el mito es renovado por medio de un sacrificio: Algo tiene que morir, para que algo nazca nuevo: Una ciudad fundada por los “Nore” y refundada por los “Frontino”. “En las culturas mas primitivas, la transferencia de un pueblo solo es posible por medio de sacrificios semejantes” (Marcela Eliade)

La historia pasa y el mito permanece vivo de generación en generación, transmutando al ritmo de la dinámica sociocultural. Es así como el Cerro tiene en la oralidad de los últimos cien años, Imagen de Mujer. Esto se observa en relación estrecha entre las leyendas de “Las Tres Mujeres Embrujadas”. Ambas con evidencias estructurales antagónicas que se mueven, respectivamente, en un lenguaje de “Lo bueno” y “lo malo”, embrujo y encanto, premio y castigo; y ambas con un umbral común: “El Sacramento del Agua”, elemento purificador (renovador si se quiere), expresado en el baño de dichas mujeres. Más recientemente, el Mito del Cerro, siempre vivo en la sociedad, se comprueba una vez más con la imagen de “La Mujer Pariendo en los perfiles del cerro”. En muchas culturas primitivas se evidencia un nexo sagrado entre la Mujer y la Tierra, ambas Madres: Una biológica y la otra “verdadera”. Este nexo “Mujer Pariendo y Montañas” que  observan los Frontineños, no es más que la “Madre Tierra” apreciada en tantas culturas con connotaciones de Fecundidad, Protección y Arraigo.

Este análisis que puede parecer muy elaborado es lo aprendido en algunos textos “científicos”, pero lo tangible aquí es que estos mismos símbolos están articulados de un modo u otro en una sociedad que se emotiva en ellos y los interpreta en su diversidad de significados bien sean míticos. Monumentales, históricos, geográficos, sentimentales, poéticos, o simplemente paisajistas: El Cerro es la gran montaña que comunica con lo alto, la piedra que brilla. Es oro, riqueza de muchos y pobreza de otros. El Cerro encanta y enloquece, es muerte por derrumbes y vida por el parto. Es fertilidad, reserva forestal y fuente de agua y en la conciencia soñadora de la ciudadanía, es melancolía e inspiración. Así lo evidencian los ciudadanos Frontineños que lo señalan con  orgullo mostrándolo al visitante en un lenguaje de símbolos conscientes o inconscientes pero siempre presentes en la oralidad y en la actitud de poetas, cantores, pintores, fotógrafos, publicistas, antropólogos, historiadores, indígenas, campesinos, mineros y sobre todo en una comunidad desprevenida que no pudiendo evitar la mirada al valle, lo contempla extasiado y tal vez le hagan decir como al aborigen Catío tradicional: “Bonito como ser Frontino”, para definir la belleza comparativamente. (Cartas Misionales de la Madre Laura)

Y es que el Cerro y le Valle enmarcan un paisaje particular y propio de los habitantes de este lugar; consiste este en espacio abierto, no cerrado, diferente a los de la región. Siempre abierto al cosmos y en permanente comunicación con el. “La relación permanente con los astros influyen positivamente en la personalidad y por lo tanto en la de los pueblos, razón por la cual los Frontineños somos distinguidos como emprendedores en la región”. Me decía un paisano en Dabeiba.

Los pobladores se sienten gentes del lugar y afirman con orgullo “Soy de Frontino”, este sentimiento de autoctonía reflejado en el decir de sus gentes, data acerca de la idea sustancial de un hombre arraigado con su tierra y en una estrecha alianza entre la región y sus habitantes. Entre la ciudad y la cultura que se asienta en ella. Expresiones tan variadas, tales como los apelativos con los que precisamente, se denomina la ciudad: “Perla del Occidente Antioqueño”, “Ciudad de propios y Extraños”, “Ciudad Amable Cálida y Cordial”, “Lucero en la Frente”, “Vitral Venturoso”, etc.; todas, digo, son expresiones simbólicas que hacen decir como a la poetisa, Doña Rosario Moreno de Villa: “Cuando muerta enterrada aquí en el seno de mi madre”. Esta idea primordial de la “Madre Tierra”, conlleva a un sentimiento de pertenencia, pues nadie abandonaría a su madre y tampoco a sus hermanos. Recordar la tierra natal es nostalgia del lejano hogar, de una historia y un modelo de vida social propio.

Todas estas imágenes evidentes, denotan la majestuosidad, la fuerza y el poder del símbolo arraigado en el inconsciente colectivo pasado y presente de la cultura Frontineña.

Horacio Quirós Toro    Mayo de 2001

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HIMNO A FRONTINO

Letra: Hector Cadavid Elejalde
Música: Tomás Burbano Ordoñez

¡Oh! Frontino, vitral venturoso
do la dicha se extiende sin par,
en tu suelo rugiente y hermoso
tus colinas preludian la paz.

El Plateado domina celoso
Sus vertientes con ritmo tenaz
Y en las tardes de sol ardoroso
Ilumina los prados y el mar.

Son tus hijos hermanos dichosos
De la raza que un dí­a gritara,
Libertad, con trabajo, armonioso
Fue la herencia del Gran Nutibara.

Recordando la historia cantemos
Por Frontino sus himnos de honor
Y al influjo inmortal escuchemos
Las salmodias indianas de amor.

-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------POESIA


"Verdadero" o "La amistad"
José Marí­a Gaviria Vélez

Eran las doce de la noche un dí­a
De mi ciudad natal y sin testigos,
Las calles solitario recorrí­a
Mezclando la tristeza y la alegrí­a
Sin patria, sin hogar y sin amigos.

La luna enlutecida no brillaba,
Ni una estrella mostraba el firmamento,
El ave entre su nido no cantaba,
Sólo voces nocturnas escuchaba
Y de la brisa el funeral acento.

Soy sólo dije en lo interior de mi alma,
Con excepción de Dios que me acompaña;
Nada interrumpe mi azarosa calma
Y despreciado soy como la palma
Que crece sin cultivo en la montaña.

Eso pensaba yo, y en ese instante
Un ser indiferente a mis pesares,
Como ninguno, cariñoso, amante,
Me interrumpió, pero seguí­ adelante...
¡era un perro el guardián de los hogares!

Me siguió fiel y desde entonces lloro
De ver esta verdad, amarga y triste;
Los afectos, riquísimos tesoros,
Los deja el hombre por seguir el oro;
La amistad en los perros solo existe.

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Al Plateado
Ramón Antonio Elejalde Escobar

La mole gigante de frente argentada
Que mira a lo lejos la selva y el mar,
Altiva se eleva en noche callada
Y se harta de estrellas y lumbre lunar.

Su cúpula erguida, silente, inviolada,
Que ha visto inmutable los siglos pasar
Estoica espera volver a la nada
Y allá­, eternamente, su nombre ocultar.

¿Será que del hombre le causa tristeza
su efí­mera vida, su su sed de riquezas
o las ambiciones de su corazón?

No se, pero llora la ingente montaña
Sintiendo que, torpe, le rompe la entraña
El rudo taladro del hijo de Albión.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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